martes, 26 de noviembre de 2013

¿Presión Psicológica?

En este mismo espacio, tiempo atrás hablamos del manejo de la temida Presión Psicológica (http://elpsicologodelclub.blogspot.com.ar/2011/02/manejando-la-presion.html); y en esta ocasión, es el colega español Chema Buceta quien aborda en su blog el tema, con la nota  que transcribo abajo: "Presión Psicológica: Ya la hemos...", preguntándose si "¿Hacemos algo para prevenir y controlar la presión?" y revalorizando, obviamente, el rol de los psicólogos en los equipos deportivos.

Se ha celebrado en Chennai, India, la final del campeonato del mundo de Ajedrez, en la que el candidato, Magnus Carlsen, noruego de veintidós años, ha derrotado al hasta ahora campeón, el indio Viswanathan Anand, quien disfrutaba del cetro desde 2007. En sus declaraciones, Carlsen acentuó la importancia de haber controlado la presión psicológica a diferencia de su rival, “ya que incluso en el campeonato del mundo, esta puede hacer que un gran campeón se derrumbe”. Anand lo confirmó como posible causa de sus errores en las partidas definitivas. Curiosamente, en abril, en el torneo de candidatos que decidía quien sería el aspirante, Carlsen y el ruso Kramnik llegaron a la última partida empatados. Sus rivales no se jugaban nada; ellos, todo. ¡Y los dos perdieron! ¿Presión psicológica?
Lo que conocemos como presión psicológica no es un enemigo invisible, sino un estrés elevado relacionado con situaciones trascendentes de alta dificultad y exigencia. Este estrés provoca una sobreactivación que perjudica el rendimiento. Le sucede a muchos deportistas en las competiciones, sobre todo si en estas se juegan mucho, la expectativa de éxito de quienes les rodean es muy alta y su autoconfianza no es suficientemente robusta. Estar a punto de conseguir algo grande, tener miedo a perder y defraudar a otros, que el partido no transcurra como todos esperaban, o la obligación de rendir con precisión en una acción decisiva, son ejemplos de situaciones que pueden contribuir a este estrés perjudicial.
En el deporte, como en otros ámbitos de alto rendimiento, los mejores suelen tolerar y gestionar con eficacia la presión psicológica la mayor parte de las veces. En general, son personas que han desarrollado una sólida fortaleza mental: transforman las amenazas en retos, se centran en lo que depende de ellos y convierten la presión en una energía favorable que les ayuda a prepararse y rendir a alto nivel. En muchos casos, esto les diferencia de otros destacados deportistas, empresarios, directivos, actores, etc. que carecen de esta habilidad. Sin embargo, hasta el mejor escribano echa un borrón, y por muy campeones que sean, se trata de personas de carne y hueso que, a veces, como demuestra lo sucedido a Anand, pueden verse superadas por una presión psicológica que no consiguen controlar. No debe sorprendernos que jugadores como Messi o Roben fallasen penaltis clave en los partidos más decisivos de la Champions (en 2012), que Gasol no convierta los tiros libres en los minutos finales de algunos partidos trascendentales (por ejemplo: final del Eurobasket, 2007) o que cualquiera con la “cabeza bien amueblada” pinche en algún momento y se “le crucen los cables”.
Obviamente, el rendimiento no depende sólo de este factor. A veces, de forma errónea, se achaca la falta de rendimiento a la presión psicológica cuando existen explicaciones más básicas y con mayor peso: como (en el deporte) la falta de condiciones físicas, habilidades técnicas/tácticas y preparación apropiada, o circunstancias externas, como la fortaleza del rival. Estas variables son las que principalmente determinan las posibilidades reales de rendimiento. A partir de ahí, la mejor o peor gestión del estrés lo optimizará o minimizará; y así, los que más rinden en función de sus posibilidades reales, suelen ser aquellos que la mayor parte del tiempo toleran y controlan bien la presión psicológica. Eso sí, si bien sus errores en esta faceta son pocos, a veces muy pocos, la trascendencia de estos puede ser enorme, ya que suelen producirse en los momentos más críticos. Seguramente, Anand tiene una gran habilidad para controlar la presión psicológica, pero de pronto surge una situación concreta, muy trascendente, en la que no puede controlarla, y entonces juega por debajo de su nivel, cometiendo errores que le cuestan el campeonato del mundo. Como él, otros muchos. ¿Podemos hacer algo? ¿O debemos resignarnos? (¡Ya la hemos…!).
El entrenamiento psicológico se suele plantear para atender a deportistas que presentan déficits muy evidentes; por ejemplo, aquellos que suelen rendir mal en las competiciones a diferencia de los entrenamientos. Otras veces, se organiza como parte de un plan de entrenamiento global, programándose con el objetivo de desarrollar habilidades mentales que puedan aplicarse en diferentes situaciones. Sin embargo, se suele obviar con deportistas que casi siempre funcionan bastante bien en la parcela psicológica, sin tener en cuenta la trascendencia de esos momentos, escasos pero muy relevantes, en los que podrían verse superados por el estrés. Es lógico: el buen rendimiento habitual eclipsa la necesidad de prevenir tal circunstancia excepcional. Pero cuando esta acontece, les pilla por sorpresa, sin recursos excepcionales para controlar la presión, y el deportista pincha en el momento menos oportuno. Después, se asumen los errores como algo inevitable y, en la mayoría de los casos, no se hace nada para prevenir este problema en el futuro. ¿Ignorancia? ¿Ausencia de un psicólogo del deporte que sepa entrenar al deportista?
En estos casos, el trabajo psicológico más general resulta insuficiente; siendo necesaria una intervención muy específica centrada en la prevención y el control del estrés en las situaciones concretas que se consideren más relevantes. Al tratarse de personas que suelen funcionar bien en lo mental, y situaciones poco frecuentes y a veces lejanas, este tipo de trabajo (que por ejemplo se hace con algunos deportistas olímpicos) puede ser difícil de aplicar, pero constituye la clave para dar un paso más de calidad que diferencie de los mejores a los que todavía lo son más; de los que obtienen mucho provecho de sus posibilidades, a los que además son capaces de superar su propio listón.
La optimización del rendimiento pasa por ensanchar los propios límites por poco margen que uno tenga, y el entrenamiento psicológico muy específico puede ser, en bastantes casos, la llave que los deportistas y otros profesionales necesitan. Seguirán siendo de carne y hueso, pero la probabilidad de que pinchen será mucho menor. Sin duda, un reto importante para los psicólogos del deporte y de otras áreas del rendimiento en sus funciones de detectar y evaluar esta necesidad, alertar y motivar a los interesados y diseñar y aplicar la intervención más eficaz. ¿Hacemos algo?

"Pasála Morfón"

Hay jugadores que dan la sensación de estar jugando solo para si mismos y no para el Equipo, y esa actitud egoísta, contrariamente a lo que seguramente ellos esperan, los suele volver marcadamente inefectivos.
Se suele decir que los goleadores, en todos los deportes, suelen tener en su gen deportivo el egoísmo, y que ese ingrediente suele ser de gran ayuda para potenciar sus capacidades. Pero en los últimos tiempos es cada vez más común ver jugadores tomando decisiones egoístas en extremo, que muchas veces atentan contra el funcionamiento del Equipo.
El egoísmo o afán de protagonismo desmedido atenta directamente contra las posibilidades de conseguir la anhelada Química Grupal, pero en lo individual, atenta también contra las posibilidades del jugador de tener buena lectura de juego, ya que si en mi interior está muy arraigado el “Jugátela vos”, inconscientemente voy a tomar la decisión de jugármela como primera opción, sin medir si eso es lo más conveniente o si es preferible dar un pase o iniciar una jugada o movimiento hacia otro lado que favorezcan más al equipo.
Algunos jugadores maquillan ese egoísmo con los pases gol, pero no deja de ser una cubierta engañosa, y es tal vez donde más se ve esa falta de capacidad de lectura, ya que en este caso la búsqueda de la asistencia o el pase lujoso como opción excluyente le quita al jugador visión global y eso lo lleva a solo contar con dos opciones: su gol, o el pase gol, dejando afuera innumerable cantidad de variantes.
Entre los grandes, un entrenador con conceptos claros y liderazgo fuerte puede ayudar a maquillar o encajar al jugador en el funcionamiento del Equipo. Pero evidentemente, el problema es de formación, y ese gen egoísta se origina en el camino que el deportista recorre hasta llegar a primera, de ahí que sea tan importante trabajar sobre la actitud deportiva de los chicos.
Las señales y ejemplos que el DT da en el manejo del Equipo son claves, pero también lo es el mensaje que mandan el entorno y la familia del novel deportista, que muchas veces, aún de muy chiquito es estimulado por el mencionado “Jugátela vos” y en algunos casos hasta recibe premios por goles, puntos o por determinada participación estadística que, lejos de fomentar el amor por el juego colectivo, potencia y exacerba el virus del egoísmo.
¿Entonces? Entonces, cuidemos el mensaje que se baja a los más chicos. Deporte es juego, diversión, y si es colectivo, el espíritu de equipo debería estar por encima de los logros individuales, y ese mensaje debería venir en estéreo, tanto desde el club (entrenador) como desde la casa, para ayudar a que la pulsión egoísta no termine atentando contra las posibilidades de formar un jugador íntegro e inteligente, capaz de tomar buenas decisiones en la cancha en lugar de uno cuya orientación sea hacer una jugada de lucimiento personal.

 

lunes, 18 de noviembre de 2013

El Deporte y las Técnicas de Relajación

Solemos leer y escuchar cientos de declaraciones hablando de que tal o cual deportista da ventaja porque no está bien de la cabeza, no tiene actitud, no está enfocado o concentrado, etc., etc. Del otro lado, los psicólogos solemos poner el foco en que, precisamente, uno de los déficits mayores de los deportistas tiene que ver con "como trabajan su cabeza". Y la pregunta que te estás haciendo en este momento, seguramente, es: ¿Qué es "trabajar la cabeza"? Porque así tirado puede sonar hasta raro, y te aseguro que no es tan así, al contrario.
Si bien hay métodos y técnicas que pueden ser utilizadas por cualquiera de nosotros, la premisa básica es que todos somos diferentes, y por ende, el trabajo, lejos de ser algo estandarizado, es artesanal y personal.
"Trabajar la Cabeza" suena raro, y más de una vez me preguntan de qué se trata, a lo que suelo responder en pocas palabras que, "trabajar la cabeza tiene que ver con factores como el autoconocimiento, la búsqueda de un eje o una identidad deportiva individual, aprender a relacionarse para poder insertarse positivamente en equipos de trabajo, controlar las emociones y desarrollar métodos de enfoque y motivación, como tópicos salientes.
Dentro de este cúmulo de cosas, contrariamente a lo que se pensaba antiguamente, la relajación es una herramienta fundamental en la vida del deportista, y a propósito de ella, va a continuación un artículo de la colega española Yolanda Cuevas Ayneto, que me pareció interesante compartir:
 
La preparación psico-física es clave para un adecuado rendimiento deportivo. La  falta de entrenamiento mental cierra las puertas a nuevas oportunidades, siendo muchas veces la causa  de un rendimiento insuficiente. La mente juega “su parte” en cada encuentro deportivo y del deportista depende querer  trabajar lo mental: la concentración, la atención, el autocontrol etc…
Ante la amenaza el ser humano lucha o huye. La excesiva ansiedad y estrés, los miedos, los pensamientos irracionales y/o negativos son los enemigos de todo deportista y muchas veces muy presentes en el juego, que le bloquean e impiden sacar el máximo potencial.
Un deportista no controla sus pensamientos bajo un determinado nivel de estrés y su conducta le provoca mayor ansiedad de la necesaria, incapacidad de resolver problemas y bloqueos emocionales que podemos observar en la práctica de cualquier deporte.
Las técnicas de relajación son métodos, procedimientos o actividades que ayudan a reducir la tensión física y/o mental, reduciendo los altos niveles de estrés, ansiedad o ira que condicionan el rendimiento.
Su aprendizaje y dominio a cualquier edad permite crear un estado mental a favor de la toma de decisiones, resolución de problemas o situaciones con mayor concentración y claridad.
Se aprende a controlar pensamientos, en consecuencia sus emociones lo que favorece la conducta apropiada.
La respiración adecuada es la clave, una de las formas más fáciles y eficaces para controlar la ansiedad y la tensión muscular.
Según nos sentimos respiramos, si estamos nerviosos o nos sentimos presionados la respiración será entrecortada, superficial e irregular, aumenta la tasa cardiaca y los músculos se tensan y si aprendemos a controlar la respiración, la hacemos fluida, profunda, rítmica y sentiremos de inmediato los efectos contrarios.
No olvidemos que el estado de relajación es incompatible con el estado de ansiedad, de estrés. Un deportista bajo presión o bajo ansiedad precompetitiva tiende de manera natural a mantener la respiración y como consecuencia aumentará la tensión muscular, lo que dificultará que sus movimientos sean los adecuados, y la consecuencia será que no rendirá como se espera.
Una de las  consecuencias, muchas veces desconocidas, del trabajo de la relajación es que cuando un deportista entrena para adquirir la habilidad de la relajación y así controlar sus niveles de tensión muscular está trabajando también para evitar las lesiones relacionadas con la tensión muscular.
Por lo tanto con las técnicas de relajación y la correcta respiración se consigue la autorregulación psicológica necesaria antes, durante y después de la práctica deportiva, alejas mentalmente la presión de la competición y favoreces el autocontrol emocional.
La Relajación Progresiva (Edmund Jacobson 1962) es una de las más conocidas, de  forma progresiva el deportista tensa y relaja alternativamente los grupos musculares.
Importante saber cuándo practicarlas y  conocer el estado físico del deportista, puesto que hay momentos como la precompetición  o deportistas con ciertas lesiones  que no será aconsejable relajar, tensar y distensar  la masa muscular afectada. Sin embargo otro tipo de relajación si será efectiva para la recuperación de lesiones musculares.
En definitiva, las técnicas de relajación como procedimientos de intervención psicológica, capacitan al deportista para controlar sus estados de ansiedad y regular de forma voluntaria y consciente su activación, según lo necesite. (Weinberg y Gould, 1996).

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Aprender a Perder

Tiempo atrás, en la nota "El Difícil Arte de Ser Padres"
(http://elpsicologodelclub.blogspot.com.ar/2013/04/el-dificil-arte-de-ser-padres.html) volcaba una serie de conceptos relacionado con la importancia de seguir adecuadamente
el desarrollo deportivo de nuestros hijos, ya que de cómo hagamos nuestro trabajo en los primeros años de vida deportiva depende que aquellos seres que son objeto de nuestro mas profundo amor, puedan aprender a disfrutar plenamente de la actividad deportiva.
En consonancia con muchos de esos conceptos, que también suelo trabajar cuando me convocan para dar mi "Charla para Padres", el entrenador Pedro Meseguer Díez ; escribió este artículo que decidí compartir con ustedes:

El deporte crea ídolos que convertimos en el espejo donde todos los niños quieren mirarse, sobre todo cuando se gana No idolatramos a los perdedores sino a los ganadores. En el fútbol, los entrenadores empiezan el camino por la victoria, como único objetivo, casi siempre a edades muy tempranas, sometiendo a sus jugadores a competir a cualquier precio. Los padres colaboran en esta dirección. “Te pago por los goles que consigas”, “si no ganas no vales”, “somos campeones o nada”, es la filosofía deportiva en algunas familias y clubes de fútbol base.
Cuando los resultados no acompañan y los partidos de liga se convierten en derrotas por goleada, comienzan las críticas paternales. “La misma historia de siempre”, “otra derrota”, “jugamos bien pero siempre perdemos”. Los padres se desilusionan y transmiten esa desilusión a sus hijos, aunque entrenan bien, se divierten en las sesiones y están predispuestos a aprender. El entrenador empieza a poner en duda la organización de este tipo de competición, ante la desigualdad de nivel futbolístico.
Cada jornada de liga los niños salen con la cabeza bien alta del terreno de juego. Esas goleadas de inicio de liga se reducen en los partidos de la segunda vuelta, contra los mismos rivales, aunque siguen sin ganar. Así llegan hasta la última fase de liga donde empatan algún partido. Acaban la temporada últimos con pocos puntos, que sin embargo, saben a victoria. Esos puntos son la recompensa al esfuerzo, la perseverancia y la ilusión por entrenar y mejorar.
Evidentemente no es agradable perder un partido por goleada, pocas conclusiones positivas se pueden extraer de estos partidos, pero la temporada, la progresión del grupo y la confianza del trabajo realizado contribuirán a moldear la formación del niño y del equipo.
Perder es parte del juego
Perder o ganar es una cuestión delicada en categorías inferiores. Una cosa está muy por encima de la victoria o la derrota, la formación. El entrenador es el encargado de ella, el espejo dónde se mira el joven jugador, y tanto compitiendo como entrenando debemos ser un ejemplo. En la competición valorando a todos los jugadores por igual, todos deben jugar lo mismo, el ganar muchos partidos no implica que todos los jugadores son buenos, ni el perder mucho que todos los jugadores son malos. En el entrenamiento nos interesaremos por la progresión y los valores que como educador podamos inculcar al niño.
Cuando un niño llega enfadado a casa después de perder un partido sus padres también juegan un importante papel. Deben tranquilizarle diciéndole que lo importante es jugar y disfrutar, recordándole cualquier aspecto positivo de la competición, aunque a veces sea complicado llevarlo a la práctica. Debemos intentar quitarle relevancia a un resultado, a un partido y a la clasificación. El hecho de que el niño se enfade cuando pierde es una reacción normal. A nadie le gusta perder, y menos a un niño, ellos lo viven como un fracaso. El discurso familiar de que no pasa nada por perder, que lo importante es participar, no tiene sentido si, cuando estamos viendo a nuestro equipo y va perdiendo, comenzamos a insultar al equipo contrario o al árbitro. El niño se sentirá confundido. Los padres debemos ser consecuentes entre lo que decimos y hacemos.
Nosotros también tenemos que asumir la derrota y medir nuestros impulsos.
Al terminar cada partido o entrenamiento tenemos que enseñar a nuestros hijos a reconocer el mérito del que se esfuerza y mejora día a día, no solo del que gana. Se gane o se pierda hay que felicitar al adversario. Tienen que aprender que la derrota es síntoma de tristeza y decepción, pero no se debemos permitir actitudes “fuera de lugar”, llámese insultos o maltrato de material.
Es preferible, después de una derrota, esperar a que el niño se calme un poco para hablar del partido. Tras la desilusión es más difícil conversar, lo haremos más adelante, ayudándole a analizar el juego, haciéndole ver las acciones negativas, para mejorarlas, y las positivas para reforzarlas. No hay que olvidar que aunque el colegio ayude, y el entrenador aporte, es en el entorno familiar donde el joven jugador va a recibir su base educativa.
Aprender a perder
No se nos debe olvidar que, en ocasiones, no siempre todo saldrá bien. Tenemos que enseñar a los niños que lo importante es participar, prepararse y esforzarse en dar lo mejor de sí mismo. Los errores son mucho más visibles en el fracaso que en la victoria, muchas veces el éxito nos ciega y no nos permite realizar un análisis claro y objetivo.
Existen entrenadores que creen que porque han ganado han hecho las cosas bien.
Seguramente que si uno juega bien tiene más opciones de ganar, pero aún ganando siempre hay cosas que corregir. Si el niño aprende a perder, su autoestima se refuerza. El que sabe perder no ve la derrota como una falta de talento o de valía personal, lo ve como algo normal que ocurre en ocasiones. Saber perder es comprender la competición, jugar con deportividad, sin miedo, es interpretar el valor de superación y de esfuerzo, que depende de uno mismo.
Juego a ganar, pero acepto la derrota
Cualquier partido de fútbol tiene como objetivo final la victoria. No podemos empezar nunca a jugar pensando que vamos a perder. Quien no juega a ganar engaña a su equipo, al contrario y a sí mismo. No te rindas ante adversarios más fuertes, ni tampoco cedas ante los débiles. No seríamos justos con el rival sino ponemos todo de nuestra parte para intentar ganar el partido. A veces ganamos y otras veces perdemos, pero si perdemos debemos aprender a hacerlo sin excusas, sin culpar a nadie de nuestra derrota, felicitando a los ganadores. Intentaremos hacerlo mejor la próxima vez.
Aunque aprendamos a que el resultado nos sea indiferente no nos hará ganadores, pero si nos librará un poco de la desilusión de la derrota. Lloramos cuando perdemos, cuando pensamos que no hemos conseguido lo que se esperaba de nosotros, pero piensa que siempre habremos hecho algo bien y que siempre habrá algo por lo que alegrarse.
Saber ganar, saber perder
La derrota nos puede ayudar a valorar el fútbol de manera diferente a la que solemos hacer cuando salimos del terreno de juego después de perder. La derrota ayuda a respetar a los rivales y a seguir trabajando con humildad. Siempre será más respetado el buen perdedor que el mal ganador. Entonces nos preguntamos ¿que es mejor, perder o ganar? Por supuesto que ganar, pero el niño puede ganar y no asimilarlo, puede perder, y no querer jugar más, estar enfadado y desilusionado. Nuestro principal objetivo en la educación de niños en escuelas o clubes de fútbol base es que sean felices, se diviertan y disfruten de la competición. Sabemos que la motivación de todos es vencer, pero la motivación no es el único objetivo, existen otras cosas más importantes que aprender para lograr la victoria.
La gran figura del Barcelona, entonces en el Santos, Neymar, nada pudo hacer ante la superioridad del Barcelona que goleó por 4-0 al cuadro brasileño en la final del Mundial de Clubes 2011 de Japón. Al finalizar el encuentro, el delantero reconoció que “no sé si serán invencibles, pero hoy es el mejor equipo del mundo, el Barcelona nos enseñó a jugar fútbol”. A pesar de la derrota, Neymar expresó que “llegamos aquí después de ganar muchas batallas. Somos el segundo mejor equipo del mundo. Incluso comentó que “el otro día vi una entrevista con Guardiola, quien dijo que primero hay que perder para aprender a ganar. Tal vez le puede pasar lo mismo al Santos el próximo año”.
Saber ganar, saber perder, la victoria y la derrota, todo condicionado por múltiples factores difíciles de controlar. Disfruta de los triunfos y de los fracasos, mira el lado positivo de ambos, comprende que de ellos podemos extraer experiencias para formar y progresar en el juego. Los ganadores ganan porque saben qué hacer cuando pierden.
Empezaremos a ganar si entendemos el valor de la derrota.
 
- Para información sobre la "Charla para Padres", escribir a elpsicologodelclub@hotmail.com (Liliana Domínguez, 1158378487).
Siempre podemos generar un espacio de reflexión que nos sirva para mejorar el acompañamiento que le damos a nuestros hijos en su actividad deportiva.

martes, 12 de noviembre de 2013

Tiempo de Adaptación

Rotular es fácil, y hasta nos gusta. “Es jugador de equipo chico”; “la selección le queda grande”; “no puede manejar la presión”. Sentenciar se ha vuelto casi casi un deporte más, que para el que lo practica no suele tener riesgo alguno, pero para aquellos que son objeto de esa sentencia más de una vez suele traer consecuencias.
Todos, alguna vez, hicimos uso o abuso del rótulo o la sentencia. Seriamente o como un juego. Nos justificamos o  nos divertimos alegando que “es parte del folclore popular”, y en cierta forma es así, el tema es que cuando estamos del otro lado (cuando nos toca ser objeto de la crítica, la broma o lo que fuera) no siempre estamos preparados para sobrellevar el trance sin que nos afecte más de lo necesario.
Es que a nadie le gusta que lo carguen, menosprecien o le digan algo que supuestamente no es lo que espera que le digan, ¿no? Pero eso es moneda corriente en el deporte, el de fin de semana, el competitivo y obviamente el profesional. El tema es que muchos deportistas suelen tropezar con la piedra del desenfoque, como consecuencia de la influencia que esas frases o rótulos del entorno ejercen sobre ellos, y no trabajarlo debidamente suele truncar oportunidades o incluso promisorias carreras.
Ejemplos hay miles. Hay sentencias hirientes que persiguen al jugador durante mucho tiempo, pero también las hay inocuas, y no por ello menos “pesadas” para aquel que la recibe.
Uno de los casos más comunes tiene que ver con el jugador de equipo chico que no se puede adaptar a jugar en uno grande, o el del jugador estelar que tiene problemas para adaptarse a una selección. Desde la tribuna, o incluso desde el banco, solemos tirarle toda la responsabilidad al jugador por no adaptarse. Y en realidad, es así. La llave del cambio la tiene en la mano el deportista, que es quien debería decodificar los mensajes del entorno en su favor, y adaptarse al cambio (el paso a un grande o la convocatoria a la selección) ya que este significa un progreso, y por ende implica un aprendizaje.
El jugador debería sobreponerse, pero desde el cuerpo técnico también se puede contribuir para ayudarlos a que el trance se haga más fácil. ¿Cómo? Tomando conciencia de la situación que le toca vivir al deportista en cuestión, para apoyarlo y, sobre todo, tenerle paciencia en ese proceso de adaptación, ya que si en lugar de bancarlo le metemos más presión, lo más probable es que terminemos contribuyendo a que el jugador se bloquee y le termine costando el doble o el triple darnos eso que esperamos.
Los Jugadores "estelares" suelen tener en sus equipos ese plus de confianza extra que les permite equivocarse un par de veces más antes de pagar con un cambio o una reprimenda; por eso muchas veces les cuesta acostumbrarse a jugar en equipos grandes o en selecciones. No tienen preparada la cabeza para ello y eso les dificulta más el camino. A veces, solo es cuestión de ubicarse en el nuevo rol, pero llamativamente, a muchos les cuesta aceptarlo; no pueden manejar la presión que ello implica y terminan sufriendo la experiencia al no llegar a rendir en plenitud.
Tomar conciencia de quien puede llegar a estar en esa situación; escucharlos y darles pautas claras respecto a cómo y cuánto los vamos a bancar puede ser decisivo para que el jugador se sienta cómodo y contenido, y a partir de ello pueda ir sobrellevando la situación (que en cierta medida implica manejar el ego) y, obviamente, adaptarse al rol que se le está pidiendo que cumpla.
La intolerancia y la ansiedad de parte del Entrenador, en la mayoría de los casos, solo contribuye a aumentar la ansiedad en el jugador, y en ese marco el camino más corto es el del bloqueo que lleva malograr o perder la chance de sumar un valor que, por algo quisimos contratar o convocar. La Paciencia es la mejor consejera del Coach…

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Generar Compromiso

La llegada de los “momentos decisivos” (play off por titulo o para mantener la categoría, sin dejar de lado las rachas negativas que suelen poner a los grupos en crisis) suelen provocar una catarata de preguntas existenciales acerca de “cómo encarar lo que se viene”, “como motivar realmente al equipo”, o “como conseguir el anhelado y necesario cambio de actitud”.
Mi respuesta suele ser siempre la misma, casi de manual: La mejor herramienta para superar con éxito estos trances es “Fortalecer el Compromiso Grupal”. Compromiso con los objetivos a alcanzar como Equipo, con las propias metas y con las del compañero. Allí suele estar la llave que abre la puerta que lleva hacia el plus de motivación o actitud que se necesita en los momentos decisivos, ese plus que se verá reflejado en un aumento de la capacidad de Foco o Concentración y, seguramente, en un incremento proporcional de la actitud o las ganas de dejar la vida en cada pelota, o de aportar lo que esté a mi alcance para mejorar la performance del Equipo.
Si, porque un jugador comprometido no se guarda nada. Pone todo, desde lo individual (cuidados, preparación física, táctica, etc.) y tampoco retacea en lo grupal (valora su aporte en la convivencia y si tiene alguna receta o propuesta táctica o técnica, la tira sobre la mesa) porque lo único que quiere es que al Equipo le vaya bien.
Si tuviera jugadores así te firmo el campeonato”, me dijo una vez un Entrenador. Y la verdad es que con jugadores así es mucho más fácil. No en vano los grandes equipos de la historia suelen estar integrados por deportistas moldeados por esa vara, siendo uno de los ejemplos más claros el de la Generación Dorada del básquet.
Pero el Compromiso no es algo que se consiga por arte de magia, o gracias a que el equipo se vaya formando (intencionalmente o de casualidad) con jugadores “comprometidos”. El Compromiso es algo que se puede generar desde la cabeza, si el Líder tiene la capacidad y los conocimientos para ir trabajándolo e inculcándolo desde los primeros pasos de la vida del Grupo. El tema es que generalmente, dejamos que el Grupo “se vaya armando”, en lugar de tomar acción directa sobre el armado, para hacerlo a nuestro gusto, de manera tal que los conceptos puedan ser inculcados como realmente queremos, para ir generando ese anhelado Compromiso.
La llegada de la crisis siempre da pie para la apertura de los interrogantes que citaba en las primeras líneas de la nota. Y está bien o es normal que así suceda. Pero… ¿Y si en lugar de esperar que lleguen esos momentos trabajás desde el arranque en la gestación de mecanismos o herramientas que puedan servir cuando aparezcan las dudas que vienen en el paquete de estas instancias?
Se puede… O, mejor dicho, deberías hacerlo. Es tu responsabilidad. Si no sabés o no tenés las herramientas. Pedí ayuda. Si lo hacés para aprender un ejercicio, un fundamento técnico nuevo o para aprender un nuevo sistema de ataque o defensa, ¿por qué no ponerle energía y cabeza a aprender y mejorar tu manejo de personas? ¿Por qué esperar a que llegue el “momento decisivo”, si de movida podés generar Compromiso y herramientas de identidad en tu Equipo que sirvan para capear los temporales que se desatan en estos trances?

martes, 5 de noviembre de 2013

Nota Radio Universidad de La Plata

Audio de la Nota que hicimos con Damián Zarate, conductor de @laisla1390, programa de Radio Universidad de La Plata (@radioulaplata); en cuyo transcurso hablamos, obviamente, de Psicología y Deportes, abordando diferentes temas:
- El Rol del Psicólogo Deportivo. ¿Cuándo y por qué recurrir al psicólogo?
- Temas y tópicos mas comunes a encarar con deportistas.
- La contención del deportista lesionado.
- Liderazgo y la vida de los grupos.
- El abordaje de equipos en crisis, con mi paso por Obras Sanitarias en la temporada pasada de la Liga Nacional de Basquetbol como ejemplo.
- "El Psicólogo del Club", mi primer libro, y el adelanto de la que estoy preparando.

http://www.goear.com/listen/1f29610/german-diorio-psicologo-especialista-deportes-isla-universidad-am-1390-radio-universidad-nacional-plata